miércoles, 7 de marzo de 2018

CRÓNICAS CUBANAS II: YANELYS ENCINOSA


En la Habana Vieja, en pleno corazón de la ciudad, se encuentra la Casa de la Poesía de La Habana. Hasta allí nos dirigimos, siguiendo el consejo de Roly, para encontrarnos con la gran poeta cubana Yanelis Encinosa. Pero, además de poder conocerla y conversar con ella, también tuvimos la ocasión de conocer a gente bonita como Alejandra Ferrer o Sinesio, que nos regalaron su amistad y su arte (guardaré siempre en la memoria ese momento en el que Sinesio nos recitó un poema acompañándose con una calimba, ese extraño instrumento musical; o la amabilidad de Alejandra mostrándonos los entresijos de la Casa de la Poesía y aquellos curiosos libros cartoneros).


Y gracias a todos ellos, además, nos llevamos una selecta lista con los datos de contacto de poetas y editores a lo largo de toda la isla... pero eso lo dejo para las siguientes crónicas cubanas. Ahora, centrémonos en Yanelys.

Yanelys Encinosa nació en Bejucal, La Habana, en 1983. Es poeta, ensayista, promotora y crítica literaria. Actualmente dirige la Casa de la Poesía de la Habana, institución que realiza innumerables esfuerzos por proteger, difundir y poner en valor la poesía, tanto cubana como universal. Se trata de un lugar mágico, un espacio en el que hasta las sillas están cargadas de poesía. Cada una de ellas está dedicada a un premio nacional de poesía de Cuba, serigrafiada con sus nombres y algunos versos.

Yanelys ha obtenido diversos reconocimientos por su obra poética, y ha publicado, entre otros textos, el poemario “Del diario de Eva y otras prehistorias” (Ediciones Unión, 2008), por el que obtuvo el Premio David de Poesía 2007. A continuación podéis leer una muestra de su trabajo y de su potente voz:


GÉNESIS

                           Y vio Dios que todo cuanto había hecho era bueno
                                                                                          Gn. 1

Tus manos temblaron al conjurar el polvo
dolor de conocer los futuros extravíos

de la voz nació cada forma
y asentiste satisfecho

todo en su lugar
y era bueno

faltaba la criatura última
perfecta

arriesgaste en mi frente el árbol
apostaste por mi libertad
y la semejanza

en mí
la mayor dignidad
ostentar tu amor
tras las consecuencias.



EL SÉPTIMO DÍA

Dios conoció mi insomnio
sonrió como si esperara desde siempre mi necesidad
y dijo
hágase
abrió mis carnes
junto a la costilla
señaló lo más valioso
multiplicó
exhalé agradecida
vi que todo cuanto había hecho
es bueno.


LA CULPA

Adán la vio primero
incitó
insistió
a la llegada de Dios no quise culparlo
pensé que en el útimo momento
de ser preciso
él diría la verdad
le miré a los ojos
cuando Dios lanzó la pregunta
intuí el peligro
me sentí desnuda
el índice de Adán se levantó contra mí
Dios no es tonto
y conoce muy bien a sus hijos
pero siempre nos ha dejado elegir
nos miró con tristeza
e impartió justicia
al final
fue mejor así
él no hubiera soportado.



EL TRIUNFO

Entonces no entendí
los renglones torcidos
asumí la culpa
como quien acepta insólita en el patíbulo
pero Dios escribe recto
y se hizo justicia
el dolor trasciende
de mí el primer latido
el primer aliento
la primera luz
descubrí tras el martirio el trofeo
el lauro de la creación
a imagen y semejanza
en la inocencia nacida de mi vientre
se restauró la gloria que habíamos perdido.


ADÁN

Puedo marcar un nombre en tu frente
como quien sella el futuro
mirarte a los ojos
disimular cuánto he entregado
para ver elevarse del polvo
el preciado regalo
divino antídoto de mi antigua soledad
puedo enfrentar el peligro de disfrutarte
olvidar tus descuidos de criatura reciente
mientras resguardo la quietud en el descanso de tus párpados
incluso
sonreír indulgente cuando presumas de cierta primacía
como una madre que perdona
las nimiedades del hijo
y le corrige las ínfulas en el amor
no lo esperes todo
debo callarme cuánto he cedido
y asumir el riesgo
no he de revelar
cuánto
si hubiera sido preciso
en lugar de la costilla.


ISLA

La isla me levanta el peso
el peso de la isla es mayor
pero igual
yo soy la isla
o una parte
o una isla de tierra firme

el continente
el contenido
el ente del contén
centro de la periferia
deudor del (a)islamiento
me abraza
me asume
me consume

hasta pretender contenerle
penetro en la isla y me penetra
me trasciende el aislamiento
y me contiene hasta desaislarme
para rendirme
y redimirse
todo fluye
salvo yo y el agua de la isla
seguimos siendo el mismo río
océano
que fluye hacia adentro
la isla y yo
nos miramos al espejo
delineamos los contornos
los entornos
y los contrastes
y nos mudamos la piel
como si todo cambiara
la isla
su continente
y yo
pero ella sigue levantándome el peso de su abrazo
y yo aún no aprendo a contenerle el suyo.


LA CONQUISTA DEL FUEGO

No había otra forma de inventar la luz
noche cerrada
amenazaba el frío
en la caverna tiritaban las sombras
una danza de fieras se acompasaba
en cerco
ya cerca
hambre
dentro y fuera de las piedras
temblaban
aquellas entrarán en cualquier momento
una sola basta para saciar
la vida o la muerte
la oscuridad decidirá
la pelea
fuera
rabia    fauces
dentro
miedo    silencio
apretaron los cuerpos
frotaron
se fundieron
la primera chispa.


ATENEA MEDIANTE

Aún soy ánfora
vacía
me han guardado al mejor premio
y mía ha de ser la gloria de saciar al vencedor
Atenea descansa en mi vientre
mi elegancia y el peplo de la diosa
peligran de idéntica languidez
la fragilidad de mi textura aguarda el gran final
y la vigilia desespera el golpe de aceite

                                             apresúrate atleta
                                                                 no flaquees en el salto.





domingo, 4 de marzo de 2018

CRÓNICAS CUBANAS I: ROLY ÁVALOS


Llegamos a La Habana en el mes de noviembre de 2017 con la intención de conocer poetas cubanos. Solo llevaba un nombre en el bolsillo: Roly Ávalos. Y este contacto resultó ser el mejor anfitrión posible. Nos regaló su manera de respirar La Habana, vivencias únicas como un encuentro con Leonardo Padura, unos helados compartidos en el Coppelia, una noche de ron e improvisación poética en el malecón y, lo más importante, el obsequio incalculable de su amistad que conservaremos para siempre. Por si esto fuera poco, que no lo es, Roly nos puso en contacto con Yanelys Encinosa, directora de la Casa de la Poesía de La Habana, quien a su vez me facilitó muchos contactos de magníficos poetas y editores por toda Cuba. De todo esto hablaré en estas Crónicas Cubanas. Pero comencemos por el principio. Hablemos del gran poeta cubano Roly Ávalos.

Roly Ávalos Díaz nació en La Habana un 5 de marzo de 1988. Es poeta, narrador, repentista, corrector y editor. Integrante del grupo poético-musical Los Pimienta. Fundador y egresado de la Cátedra Honorífica de Poesía Improvisada (Facultad de Música, Instituto Superior de Arte, La Habana, Cuba, 2000-2003). Bachiller en Humanidades e Instructor de Arte de Teatro (2004-2007). Egresado del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso de La Habana (2009-2010). Graduado en el Seminario Nacional de Dramaturgia de la Casona de Línea (2011-2012). Miembro de la Asociación Hermanos Saíz y del grupo cultural Resistencia. Licenciado en Comunicación Social (2015).


Varios de sus textos han aparecido en revistas y medios impresos y digitales, nacionales y foráneos, como Pionero, Alma Mater, Somos jóvenes, Convergencia, Piedra de molino (España), Esquife, Cubaliteraria, El Caimán Barbudo, Isliada, Círculo de poesía (México), La Jiribilla,La Letra del Escriba, Cubarte, Quevedalia (España), Librínsula, Cráneos de Pangea (Ecuador), Cubasí, Trabajadores, Uneac (portal web), Amano, Esquife 2. 0, Río Grande Review (Estados Unidos) y Furman 217 (Estados Unidos). Mundo pañuelo es su primer poemario (Editorial Guantanamera, 2016).
Ha obtenido diversos premios, el último de ellos el reciente premio nacional Ala Décima de 2018.

Como muestra de su interesante trabajo, aquí dejo algunos poemas de Roly. El primero es el texto con el que abre su poemario “Mundo pañuelo”, un poema en prosa que se me antoja una suerte de regalo que Roly escribió para todos los que, como yo, quieran conocer y profundizar un poco más en el sentir habanero. Transcribo también algunos poemas más de “Mundo pañuelo” y uno de los textos del cuaderno con el que Roly ganó el concurso nacional Ala Décima 2018.


Te regalo la ciudad y sus lombrices y sus calles y sus miércoles de lluvia. Ábrele tu puel a los rostros ajados, a cada tentáculo de luz amanerada. Hay bostezos de polvareda, como siempre, en las esquinas, en la opacidad de los postes de mi cuadra. Y las aguas y los pasos y la arena. Solo te toca fluir, solo te queda fluir con ellos. De los ojos de un perro escabioso, entre las uñas de la ciudad que te obsequio, desnudo y volátil, ando. ¿Y qué sabrán los adoquines próximos? Y qué te dirá la caries del balcón que se quedó en lo alto, solo? ¿Y el bosque, el bosque del patio de mi infancia? Nada. Te regalo los arrecifes. Te regalo la gente con nieve en la sangre, las sobras de los sábados. Te regalo. Me regalo. Bienvenida a los espejos y a las cruces. La ciudad es un piano inmenso. En cada tecla un vals, un bolero. En cada dedo un arrabal. Y qué decir de noviembre. Y qué musitar sobre el sol, fisgón desde nuestros poros más antiguos. Y del silencio de las aguas y los pasos. Acepta que el vaho de tus huesos luce sepia. Seré la esquirla más buscada en tu ciudad.

Mensaje encontrado en una botella rota,
encontrada en la orilla pedregosa (rota)
de la bahía de La Habana Vieja (también rota)


LA NOCHE EMPIEZA A CUALQUIER HORA

Durante la mañana
el cielo acumula algodones
y hay restos de diluvio en los cristales.
La noche, entre otras luces
garabatea sobre los maniquíes
estrofas de neón.
Subasto vértigos
mujeres de opio, cortinas de humo
calles-cunas, callejones, bocacalles...
la cuenta regresiva de los semáforos.
El cielo, durante la madrugada,
será un ebrio dilema de cocuyos.

Ahora atardece la mitad del sol.


SALGO A ECHAR LA BASURA

De pronto soy un viajero perdido
con una bolsa maloliente
entre las manos,
llueve a traición,
y Dios redacta mal
la sinopsis del miedo.


BARATAS, CASI PROPINAS
vendo verdades en celo.
Nadie me compra el desvelo
tampoco. Vendo mis ruinas.
Anuncio en ciertas esquinas
mi propia muerte y la espío.
Poso (Toso). Poso. Río.
Modulo el gesto y el tono.
Me silencio. Me pregono.
Me presto. Me doy. Me fío.


PEREGRINO ANÓNIMO
(del cuaderno galardonado con el premio Ala Décima 2018)

Una piedra en el zapato
me enseñó que mi destino
y circular el camino
(cual redondo anonimato),
eran lo mismo: recato
de osamenta fantasmal
que, sobre un poste casual,
se pregunta -se recuesta-:
¿Hoy nada tiene respuesta?
¿Hoy es un día normal?

Hoy me desperté violenta-
mente débil, luego el día
me proyectó su luz fría.
Tarde de ayer macilenta.
Hoy no he pagado la renta.
Hoy he encontrado el final tan pronto.
Pensé: fatal.
Hoy hice huelga a la calma.
Hoy tengo amnesia en el alma.
Hoy es un día normal.



miércoles, 31 de enero de 2018

DON PABLO EN MI RECUERDO

Estas fueron mis palabras de despedida para don Pablo García Baena, palabras que La Galla Ciencia publicó, junto con las de otros compañeros y amigos, a modo de último adiós. Las reproduzco aquí por separado acompañadas de un gran poema de don Pablo: Palacio del cinematógrafo. Que la tierra te sea leve, compañero.


DON PABLO EN MI RECUERDO

He tenido la suerte de coincidir en los últimos años con don Pablo García Baena en varios eventos literarios de mi ciudad. Lo recuerdo entrando en la Filmoteca, con su gesto de hombre tranquilo y el paso calmado. Recuerdo su voz pausada en el Centro Andaluz de las Letras, rememorando las vivencias de aquel antiguo muchacho junto a Bernabé y sus compañeros de Cántico. No olvidaré la dulzura de su voz en Puente Genil, una dulzura semejante a la musicalidad con que impregnó cada uno de sus poemas.

Coincidí en varios eventos con este hombre afable y cercano y, sin embargo, jamás entablé conversación con él. El motivo: el halo de respeto que, al menos para mí, emanaba de su figura, y la certeza de estar ante uno de los más grandes poetas que ha dado el siglo XX. Me bastaba con disfrutar de su amor por la palabra, de su amor por Córdoba y de su sabiduría casi centenaria. Ese es el recuerdo que siempre me quedará de don Pablo. En su cántico pensaré mientras cantan los pájaros.



PALACIO DEL CINEMATÓGRAFO
 
Impares. Fila 13. Butaca 3. Te espero como siempre.
Tú sabes que estoy aquí. Te espero.
A través de un oscuro bosque de ilusionismo
llegarás, si traído por el haz nigromántico
o por el sueño triste de mis ojos
donde alientas, oh lámpara temblorosa en el cuévano
profundo de la noche, amor, amor ya mío.
Llegarás entre el grito del sioux y las hachas
antes de que la rubia heroína sea raptada:
date prisa, tú puedes impedirlo. O quizás
en el mismo momento en que el puñal levanta
las joyas de la ira y la sangre grasienta
de los asesinos resbala gorda y tibia,
como cárdena larva aún dudosa
entre sopor y vida, gotando
por el rojo peluche de las localidades.
Ven ahora. Un lago clausurado de altos
árboles verdes, altos ministriles, que pulsa
la capilla sagrada de los vientos
nos llama; o el ciclamen vivo de las praderas
por donde el loco corazón galopa
oyendo al histrión que declama las viejas
palabras, sin creerlas, del amor y los celos:
«Pagamos un precio muy elevado por aquella felicidad»;
o bien: «Ahora soy yo quien necesita luz».
y más tarde: «Tuve miedo de ir demasiado lejos»,
en tanto que el malvís, entre los azafranes
del tecnicolor, vuela como una gema alada.
Ah, llega pronto junto a mí y vence
cuando la espada abate damascenas lorigas
y el gentil faraute con su larga trompeta
pasea la palestra de draperías pesadas
junto al escaño gótico de Sir Walter Scott.
Vence con tu áureo nombre, oh Rey Midas;
conviérteme en monedas de oro para pagar tus besos,
en el vino de oro que quema entre tus labios,
en los guantes de oro con los cuales tonsuras
el capuz abacial de rojos tulipanes.
Vendrás. Alguna vez estarás a mi lado
en la tenue penumbra de la noche ya eterna.
Sentado en la caliza de astral anfiteatro
te esperaré. Tal ciego que recobra la luz,
me buscarás. Tus hijos estarán en su palco
de congelado yeso, divertidos, mirando
increíbles proezas de cowboys celestiales,
y yo, ya sabes dónde: impares, fila 13.

domingo, 31 de diciembre de 2017

Egea, la poesía y el porvenir


 Con este soneto escrito en alejandrinos, el insigne poeta granadino Javier Egea nos legó un monumento a la poesía. Y hoy, 31 de diciembre  de 2017, no se me ocurre mejor manera de despedir el año que se nos va y dar la bienvenida al que llegará en unas horas que con este poema de Egea.

                               Poética
                                        A Aurora de Albornoz

                                  …Mas se fue desnudando.
                                                    Y yo le sonreía.
                                 JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

Vino primera frívola –yo niño con ojeras–
y nos puso en los dedos un sueño de esperanza
o alguna perversión: sus velos y su danza
le ceñían las sílabas, los ritmos, las caderas.

Mas quisimos su cuerpo sobre las escombreras
porque también manchase su ropa en la tardanza
de luz y libertad: esa tierna venganza
de llevarla por calles y lunas prisioneras.

Luego nos visitaba con extraños abrigos,
mas se fue desnudando, y yo le sonreía
con la sonrisa nueva de la complicidad.

Porque a pesar de todo nos hicimos amigos
y me mantengo firme gracias a ti, poesía,
pequeño pueblo en armas contra la soledad.


La poesía puede llegar sin avisar y colocar en nuestras manos sus frivolidades, esperanzas y perversiones. La poesía puede exhibir ante nosotros su cuerpo cuando aún somos niños, niños con ojeras, y se nos puede presentar ataviada con los más extraños ropajes, danzando con las caderas ceñidas por sílabas y ritmos. Pero la poesía, en algún momento, sabrá que hemos madurado, que nos hemos manchado junto a ella de luz y libertad, y entonces comenzará a despojarse de sus ropajes ante nosotros. Y nosotros sonreiremos ante ese striptease poético, mientras disfrutamos de la lluvia de sus telas, abrigos que caerán lentamente como caen las hojas de los árboles otoñales. Porque la poesía, aunque habitemos en la mayor de las ciudades, sabrá transportarnos hasta un pequeño pueblo. Pequeño y modesto, sí, pero rebelde y guerrillero. Un pueblo permanentemente levantado en armas contra uno de los mayores males que nos acechan: la soledad. Porque frecuentemente encontramos más soledad en las grandes ciudades que en las más pequeñas aldeas.

Por eso, de la mano de Javier Egea, mi deseo para este próximo año que va a comenzar y para todos los días que nos queden por delante es  el siguiente:

Que la poesía no cese. Que su desnudez nos caliente siempre. Que empuñemos las armas cada segundo y luchemos de su mano, en la plaza mayor del pequeño pueblo que la poesía es, contra la soledad. Que junto a la poesía tengamos compañía y futuro.

¡Salud, poesía y porvenir!