Con este soneto escrito en alejandrinos, el insigne poeta granadino Javier
Egea nos legó un monumento a la poesía. Y hoy, 31 de diciembre de 2017, no se me ocurre mejor manera de despedir
el año que se nos va y dar la bienvenida al que llegará en unas horas que con
este poema de Egea.
Poética
A Aurora de
Albornoz
…Mas se fue desnudando.
Y yo le sonreía.
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
Vino primera
frívola –yo niño con ojeras–
y nos puso en los
dedos un sueño de esperanza
o alguna
perversión: sus velos y su danza
le ceñían las
sílabas, los ritmos, las caderas.
Mas quisimos su
cuerpo sobre las escombreras
porque también
manchase su ropa en la tardanza
de luz y libertad:
esa tierna venganza
de llevarla por
calles y lunas prisioneras.
Luego nos visitaba
con extraños abrigos,
mas se fue
desnudando, y yo le sonreía
con la sonrisa
nueva de la complicidad.
Porque a pesar de
todo nos hicimos amigos
y me mantengo
firme gracias a ti, poesía,
pequeño pueblo en
armas contra la soledad.
La poesía puede llegar sin avisar y colocar en nuestras manos sus
frivolidades, esperanzas y perversiones. La poesía puede exhibir ante nosotros
su cuerpo cuando aún somos niños, niños con ojeras, y se nos puede presentar
ataviada con los más extraños ropajes, danzando con las caderas ceñidas por
sílabas y ritmos. Pero la poesía, en algún momento, sabrá que hemos madurado, que
nos hemos manchado junto a ella de luz y libertad, y entonces comenzará a
despojarse de sus ropajes ante nosotros. Y nosotros sonreiremos ante ese
striptease poético, mientras disfrutamos de la lluvia de sus telas, abrigos que
caerán lentamente como caen las hojas de los árboles otoñales. Porque la
poesía, aunque habitemos en la mayor de las ciudades, sabrá transportarnos
hasta un pequeño pueblo. Pequeño y modesto, sí, pero rebelde y guerrillero. Un
pueblo permanentemente levantado en armas contra uno de los mayores males que
nos acechan: la soledad. Porque frecuentemente encontramos más soledad en las
grandes ciudades que en las más pequeñas aldeas.
Por eso, de la mano de Javier Egea, mi deseo para este próximo año que
va a comenzar y para todos los días que nos queden por delante es el siguiente:
Que la poesía no cese. Que su desnudez nos caliente siempre. Que
empuñemos las armas cada segundo y luchemos de su mano, en la plaza mayor del
pequeño pueblo que la poesía es, contra la soledad. Que junto a la poesía
tengamos compañía y futuro.
¡Salud, poesía y porvenir!
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